miércoles, 27 de junio de 2007

Oficios de antesdeayer y hoy: El afilador






















En La Chamarilería no solo tenemos tremenda pasión por los objetos inanimados, sino que también admiramos los oficios inanimados.

En Madrid queda una barbaridad de gente manteniendo formas de vida propias de una Zarzuela o de Los Tramposos. Estos seres sin epígrafe en la seguridad social salen de sus casas de renta antigua, realizan pequeñas tareas casi invisibles y sin saber hacer otra cosa han conseguido sobrevivir, tener esposa, hijos y una voz cazallera que debe ser requisito indispensable para que le respeten a uno cuando va con una flauta y una bicicleta.

Este simpático ser de la foto es un afilador especializado en trabajarse los restaurantes para turistas del centro. Lo único bueno de que el muy cabronías acabase con mi siesta, es que al menos ha rellenado sin saberlo con su foto un pequeño trozo de la red de redes esa y, en concreto, este su bloj.

lunes, 25 de junio de 2007






















Vaya usté a saber porqué, pero en estos tiempos de neveras combi con congeladores no frost de cuatro estrellas que dan cubitos de hielo cuando aprietas con el vaso una cosilla es posible que las únicas tiendas tradicionales de Madrid que no tienen un aspecto terminal, sean las de bacalao salado seco. Un manjar propio de cuando en la meseta era, o esto, o sardinas en lata todo el pescado que ibas a ver en tu vida.

No se si en su momento eran tiendas de delicatessen o los bacaladeros tienen buen gusto, pero siempre, sea cual sea el barrio en el que estén, estas tiendas son bonitas.

La tienda de la foto es paradigmática en su contumacia. En pleno Callao, rodeada por el imperio Inditex y las zapaterías para turistas, se alza coqueta y elegante como si acabase de abrir y los madrileños nos volviéramos locos por desalar ladrillos de pez reseco.

viernes, 22 de junio de 2007

Esperando el Fin


Ya es triste ser una maniquí, pero ser una maniquí sin cuerpo especializada en pelucas y pestañas postizas es lo puto peor.

Y si, además, el dueño de la tienda de pelucas pasa de comprar una cabeza de tío y decide plantarte a ti el bigote y el bisoñé de José Luis Rodríguez, El Puma, tu misión vital será para siempre asombrar y divertir a los viandantes con tu melancólico gesto de desesperación.

Hoy en la Chamarilería, una de las pocas tiendas de la calle Magdalena que aún no se ha convertido en una cueva llena de cajas de cacharrería electrónica al por mayor para tiendas de todo a 0,60 con un chino aburrido en la puerta fumando cartones y cartones de tabaco.

miércoles, 20 de junio de 2007

¡Somos fenomenales!

El Edificio España, con sus 25 plantas y 117 metros de altura, es el octavo edificio más alto de la capital del mundo. Alberga el hotel Crowne Plaza, un centro comercial, apartamentos, viviendas y oficinas. (de la wikipedia maldita)

Ha sido símbolo de modernidad en la España cutre de los años 50 y fondo perfecto para que Conchita Velasco pasara por delante entre dabadabas retrotrendys.

Emergiendo a lo bestia en medio de la Plaza de España, ha acabado comprado y vendido y pasando de mano en mano y ahora está desierto. La última operación fue la compra por el Santander del 50% del mamotreto por 138,6 millones de leuros.

¿Por que La Chamarilería se ocupa de semejante armatoste?
Porque 138,6 millones de euros han dado para este cartel:

¿Que pensará de esto el ADG/FAD?
¡Nos importa un huevo! ¡Viva el arte del pueblo!

martes, 19 de junio de 2007

Manifiesto Chamarilero

Madrid se muere, ¿se muere Madrid?

Ante el ejército de papanatismo disfrazado de modernidad que nos invade, ante el imperio del aluminio como directo descendiente del sintasol, ante las ínfulas europeobarcelonolímpicas del alcalde, ante el apogeo de la plaza dura y el banco antimendigos; se alza incomparáblemente atemporal, retrógrada y llena de mierda, La Chamarilería.

Poco antes de que caigamos rendidos al mercadotécnico encanto de esos restaurantes de diseño que, sin pausa, nos recomenda el Pais Semanal, disfrutemos en este blog de las cabezas de gamba tiradas por el suelo rodeadas de serrín servidas por un tipo con bigote natural de un pueblo de Orense que llegó a la capital hace 34 añazos y lleva 33 detrás de esa misma puñetera barra de zinc.

¡Viva lo antiguo, lo inservible y lo que nos de la gana!

¡El abuelo tiene un plan!