viernes, 20 de julio de 2007

Cerrado por vacances
















Damas y caballeros.

La Chamarilería cierra sus puertas para tomarse unos días de asueto en lejanas tierras.

¡Hala, a mamarla!

lunes, 16 de julio de 2007

Arquitectos: Esas bellas personas.






















Cuando uno va paseando alegremente por un centro de Madrid que, no sabemos como, ha sobrevivido a alcaldes ineptos, constructores corruptos y bombardeos aéreos lo menos que imagina es que el pleno siglo veintiuno, cuando ya ha quedado claro que tirar edificios antiguos es caca y no se hace, nos vayamos a encontrar con cosas como la mierda puesta al sol que vemos en la fotografía de más arriba.

Nos preguntamos qué, pero qué coños enseñan en la muy honorable facultad de arquitectura a esos chicos de la chupa vaquera y la carpeta con escudos del Madrid para que, al salir, decidan enmierdar esquinas a cincuenta metros de la Plaza Mayor con semejante despliegue de egocentrismo paleto copiado de vaya usted a saber que libro de arquitectura japo-finlandesa de 29,95 leuros en el Vips de Cubos.

Señor arquitecto, ¿no le enseñaron que un edificio debe proyectarse pensando, no solo en las fotos de la revista de arquitectura, sino en el dónde coños va a erigirse?

¿Acaso no basta con ver el edificio del Centro Gallego de Jacinto Benavente para aprender la sencilla lección de que estas cosas no se hacen? ¿Que la fantástica moda arquitectónica de los setenta (que tan bien queda en Móstoles y tan mal en Lavapies) está esperando de rodillas la demolición entre vítores de la multitud?

No se que clase de Ayuntamiento tenemos que permite a un pobre desgraciado (convencido de que su edificio, alla maniera de 2003, va a superar gracilmente las futuras modas arquitectónicas pese a la pobreza del diseño, a darse de hostias con el entorno, y a los materiales escogidos para durar veinte años sin parecer chatarra) mostrar a los viandantes su mediocridad en medio de la calle Mayor, y no en San Chinarro o cualquiera de esos páramos donde no nos importa en absoluto que estos gañanes se epaten entre sí con todo tipo de mamotretos creados para mayor gloria de las revistas dominicales, y mayor disgusto de sus pobres habitantes.

Desde aquí pedimos humíldemente la humillación pública del personaje creador de semejante patraña, así como declaramos la de arquitecto profesión non grata, solo comparable a la de taxista en su desprecio de la sensibilidad del prójimo.

martes, 10 de julio de 2007

Señalética para toda la vida















¿Qué hace que un honrado ciudadano, un tipo aparentemente normal, un opositor a catedrático de instituto, un administrativo de tercera de una caja de ahorros o un asesino a sueldo barato se metan a chamarileros?

Pues nuestra respuesta es que, generalmente, los objetos más prosaicos se fabricaban antes con materiales nobles y perdurables. Un tostador de hace sesenta años pesa como un utilitario de pequeño tamaño de la era del plástico porque estaba hecho con un par de huevos y kilos de material para que durase más que el sistema eléctrico al que se enchufaba.

Un ejemplo de esto lo vemos en las chapas que anuncian las calles o los locales, antes de metal esmaltado y ahora de plasticazo con las letras pegadas en vinilo. Basta ver esas placas de calle de hace años para postrarse de rodillas, alzar los puños al cielo y preguntarse: ¿Pero es de verdad tan caro seguir haciéndolas bonitas, coño?

jueves, 5 de julio de 2007

Pero, ¿quién coños vivirá ahí?






















La nueva y flamante sección "Cabrones con Suerte" se inaugura con la foto de un ático de esos en los que, entre las brumas propias del alcohol, uno recuerda haberse colado en una fiesta hace milenios cuando era joven y no tenía miedo a destripar casas de desconocidos.

En Madrid hay trillones de esas casas carismáticas que son un marrón por muchas razones, pero que son auténticos palacios por otras. Y de esas casas La Chamarilería se va a ocupar por ustedes.

No pretendemos aquí, por ser algo más que imposible y exceder las intenciones de este bloj, intentar convencer a los jóvenes que pasan del parque de los porros a jugar a la Play en el piso de VPO de las excelencias de vivir en un quinto sin ascensor en pleno centro de la urbe y sin posibilidad alguna de aparcamiento del Seat León.

Solo pretendemos que, por un momento, imaginemos que el dueño de semejante terracita nos invita a tomar unas cervezas en una tumbona una noche veraniega, menudo cabrón con suerte.

(aunque no desearía para mí el infernal ruido de tocabongos que debe soportar el chaval los fines de semana...)

martes, 3 de julio de 2007

Paredes muertas.






















En La Chamarilería no podíamos obviar, dentro de los alegres comentarios acerca de lo que huele a ropa vieja, los denodados esfuerzos de nuestra municipalidad por arrancarnos de las garras de África del norte y convertirnos en una especie de ciudad europea a través de estrategias de nuevo rico modelo Jesús Gil y Gil.
No hacemos cosas europeas de verdad como poner parques con arbolotes gordos y dejarlos crecer en paz sino que levantamos todo cada dos por tres y hacemos plazas duras, eso sí, con papeleras de impecable disseny y precio desorbitado para que queden monas en las fotos de la inauguración.

Aquí vemos una de las más absurdas actuaciones municipales: Tapar los grafitis (de los cojones) pintando las paredes de granito de color gris. Así. Con un par. Como suena, señores.

Ya es bastante malo que un pobre fracasado escolar opine que su puñetera firma merece perdurar años y años en una casa que llevaba doscientos años en el mismo sitio tan feliz, como para que encima el ayuntamiento decida que la mejor manera de arreglar el problema es que venga un señor del SELUR con un cubo de blanco y otro de negro, los mezcle a lo bestia, y pinte varios metros cuadrados de material noble consiguiendo el peor efecto posible. La Chamarilería ha visto hacer esto mismo en paredes de edificios en los que los obreros habían pasado días retallando el granito para dejarlo como nuevo.

Al menos en el caso de la foto, un tipo genial (no un grafitero indigno) ha aprovechado para hacer una de las cosas más bonitas y poéticas que se puedan ver en una pared llena de meados.