martes, 10 de julio de 2007

Señalética para toda la vida















¿Qué hace que un honrado ciudadano, un tipo aparentemente normal, un opositor a catedrático de instituto, un administrativo de tercera de una caja de ahorros o un asesino a sueldo barato se metan a chamarileros?

Pues nuestra respuesta es que, generalmente, los objetos más prosaicos se fabricaban antes con materiales nobles y perdurables. Un tostador de hace sesenta años pesa como un utilitario de pequeño tamaño de la era del plástico porque estaba hecho con un par de huevos y kilos de material para que durase más que el sistema eléctrico al que se enchufaba.

Un ejemplo de esto lo vemos en las chapas que anuncian las calles o los locales, antes de metal esmaltado y ahora de plasticazo con las letras pegadas en vinilo. Basta ver esas placas de calle de hace años para postrarse de rodillas, alzar los puños al cielo y preguntarse: ¿Pero es de verdad tan caro seguir haciéndolas bonitas, coño?

2 comentarios:

Puño dijo...

yo había pensado en cambiar la calle del Pez por la del Peo. es fácil con cojones y vinilo.

La Señora Roper dijo...

lo peor de todo es que algún día talarán ese espléndido Castaño de Indias (creo que es) para poner una moderna señal de Correos "como Dios manda"...
Por cierto, me gusta muchísimo su bloj !!!